Notice: Function _load_textdomain_just_in_time was called incorrectly. Translation loading for the js_composer domain was triggered too early. This is usually an indicator for some code in the plugin or theme running too early. Translations should be loaded at the init action or later. Please see Debugging in WordPress for more information. (This message was added in version 6.7.0.) in /var/www/clients/client2/web30/web/wp-includes/functions.php on line 6121

Notice: La función _load_textdomain_just_in_time ha sido llamada de forma incorrecta. La carga de la traducción para el dominio acf se activó demasiado pronto. Esto suele ser un indicador de que algún código del plugin o tema se ejecuta demasiado pronto. Las traducciones deberían cargarse en la acción init o más tarde. Por favor, ve depuración en WordPress para más información. (Este mensaje fue añadido en la versión 6.7.0). in /var/www/clients/client2/web30/web/wp-includes/functions.php on line 6121
» ‘The Studio’: there’s no business like show business
Top
Crítica de la serie

‘The Studio’: there’s no business like show business


Warning: Undefined array key 0 in /var/www/clients/client2/web30/web/wp-content/themes/serielizados2025/single.php on line 151

Warning: Attempt to read property "ID" on null in /var/www/clients/client2/web30/web/wp-content/themes/serielizados2025/single.php on line 151
Seth Rogen y Evan Goldberg firman una de las series más divertidas del año. Una comedia sobre Hollywood que funciona como carta de amor al cine a la vez que como aviso a navegantes: al Hollywood de siempre le quedan dos días.

Uno de los divertidos carteles promocionales de 'The Studio'.

Que Apple, la compañía que está dilapidando 1.000 millones al año en contenido para su plataforma de streaming, estrene The Studio, una serie que reivindica a los grandes estudios de Hollywood no deja de ser una ironía. Una de tantas a las que nos está acostumbrando la era de las plataformas y las big tech. Pero si algo hay que reconocerle a Apple es que, por ahora, pese a no sacar beneficio con su plataforma, nos está ofreciendo contenido de primer nivel, como The Studio.

Y, de entrada, calificarlo de “contenido” ya es el primer signo de que los tiempos están cambiando han cambiado. Pues como ya “denunció” Martin Scorsese hace unos años, esta palabra se ha apoderado del lenguaje cinéfilo, reduciendo su contenido a un mínimo común denominador para que lo procese el algoritmo. Pero vaya, el caso es que si The Studio es contenido, es contenido del bueno.

Completamente alejada del gamberrismo punk de ‘The Boys’, en ‘The Studio’ nos encontramos de frente con el Seth Rogen más personal

Seth Rogen, protagonista, director y uno de los creadores de la serie junto a su socio habitual Evan Goldberg (además de Alex Gregory, Peter Huyck y Frida Perez) está más que acostumbrado a navegar entre las contradicciones intrínsecas del sistema y “colocar” caballos de troya en las plataformas actuales. Allí está, como ejemplo, su rol como productor en The Boys, estrenada en la plataforma de una corporación que fácilmente podía llegar a ser Vaught.

Completamente alejada del gamberrismo punk –aunque sea una pose– de The Boys, en The Studio nos encontramos de frente con el Seth Rogen más personal: aquel que tras esa vis cómica construída a base de neurosis, inseguridad, drogas recreativas y escatología, esconde un cinéfilo empedernido que mira al Hollywood de los 70 con la misma ingenuidad y admiración que cuando de chaval entraba a un videolcub a alquilar películas para el finde.

The Studio

Seth Rogen es Matt Rednick en ‘The Studio’.

¿Puede un cinéfilo sobrevivir como jefe de un estudio?

Nunca conozcas a tus ídolos, reza el dicho. The Studio se pregunta, ¿puedes ser el jefe de tus ídolos? O es imposible no acabar puteandolos –como ocurre con el mismísimo Martin Scorsese en el fenomenal primer episodio–, o bien, ser pisoteado por ellos –como en el cuarto capítulo con el rodaje de Olivia Wilde– o caer víctima del fanatismo y el amiguismo? ¿Es posible decirle que corte la parte tediosa de su película a un director al que admiras como el ofuscado Ron Howard del quinto episodio? ¿Se puede ser un jefe de estudio artístico y creativo?

La respuesta a todas ellas es, de entrada, un rotundo NO pues como le dice Ted Sarandos, CEO de Netflix, a Matt Remick (el personaje al que interpreta Seth Rogen) en los baños durante los Globos de Oro en el séptimo episodio, “nosotros, los ejecutivos, solo pagamos las facturas, el mérito se lo llevan los artistas de verdad”.

Su obstinación y su anhelo de reconocimiento así como su patosa forma de mostrar genuina emoción por las creaciones de sus directores da para grandes momentos cómicos [..] y sacan al Seth Rogen más slapstick 

Y sin embargo en The Studio, Matt Remick, intentará una y otra vez encontrar el término medio a todas esas preguntas e irá aprendiendo a base de hostias que no puede contentar a todo el mundo en una industria en la que todo el mundo quiere tener razón.

Y lo hará tras acceder a su trabajo soñado, jefe del ficticio Continental Studios, un estudio de Hollywood histórico, al estilo de Paramount o la Metro –ahora propiedad de Amazon– por decisión de un estrafalario CEO (un genial Bryan Cranston que atención a lo que hace en los dos últimos episodios, por cierto) quien le alienta a pisotear a la anterior jefa y mentora de toda la vida, interpretada por una leyenda de la comedia como es Catherine O’Hara (Bitelchús, Schitt’s Creek).

The Studio

Martin Scorsese y su aparición estelar en ‘The Studio’.

Un negocio en constante contradicción

En el momento de aceptar el puesto empieza la aventura más loca y difícil de Remick. A aquél que sueña con ser un nuevo Robert Evans, un ejecutivo capaz de aplicar su propia creatividad –¿o era carisma?– y engendrar clásicos a la altura de El Padrino o Chinatown, se le encomienda hacer una película taquillera sobre la mascota de Kool-Aid, un refresco en polvo popular en Estados Unidos cuya mascota fue un running gag mítico de Padre Familia –aquí solo nos llegó el Tang– porque se han gastado una millonada en los derechos de esta propiedad intelectual. Si Greta Gerwig consiguió hacer una buena película de Barbie, ¿por qué no hacer lo mismo con la mascota de Kool-Aid?

En esas constantes contradicciones de una industria llena de ellas, se mueve la comedia de The Studio, cuyo protagonista ve cómo la obsesión por sacar a flote a base de buenas películas –al menos su concepción nostálgica de lo que son, fueron o serán las buenas películas– un estudio que podría desaparecer al ser absorbido por una gran compañía tecnológica se interpone en la naturaleza propia del puesto que ocupa.

Tanto ombliguismo en la industria es mejor tratarlo con humor, como hacen Seth Rogen, Evan Goldberg y compañía

Su obstinación y su anhelo de reconocimiento así como su patosa forma de mostrar genuina emoción por las creaciones de sus directores da para grandes momentos cómicos marca de la casa, desde caídas al suelo que recuerdan al Peter Sellers de El Guateque y sacan al Seth Rogen más slapstick a los más habituales gags de enredos por culpa de las drogas y las indisposiciones corporales cuya culminación es un capítulo doble final ambientado en la CinemaCon de Las Vegas que es apoteósico.

The Studio

Bryan Cranston es el estrafalario CEO de Continental Studios.

‘The Studio’ y los ecos de ‘El séquito’

Es imposible para un servidor, un cinéfilo amante de las series, que se enganchó con devoción a El Séquito (Entourage) atraído por la sensación de vivir en primera persona los entresijos de la vida de una estrella de Hollywood no pensar en aquella serie cuando ve The Studio. Sin ir más lejos, la cantidad de “metacameos” de directores y actores haciendo de ellos mismos en falsas películas es tan alta, que parece igualar en una sola temporada la de toda la clásica serie de HBO.

Pese a que ambas series son claramente de épocas distintas pues el #metoo, las políticas DEI, la hipersensibilidad de lo llamado woke y su contrario, la plataformas de streaming o la llegada de la IA –de todo ello se ríe The Studio en un muy acertado sexto episodio– ciertamente marca una división temporal en el Hollywood contemporáneo que hace que El Séquito parezca la prehistoria, ambas comparten algo clave en su esencia: el amor a esta locura de negocio y las personas (locas) que lo habitan.

Porque el que te haya picado el bicho del cine en tu vida no deja de ser, sino, vivir al borde la locura y el delirio. Por arrogante o absurdo que suene, tan solo un loco del cine como tantos de nosotros lo somos se vería capaz de discutir con oncólogos pediatras que su trabajo en el cine puede ser tan importante como el suyo, tal y como ocurre en el cuarto episodio de The Studio, que relata una relación sentimental imposible. Quien conozca lo ensimismados que pueden/podemos estar la gente de la cultura y el cine, sabrá a lo que me refiero. A tanto ombliguismo es mejor tratarlo con humor, como hacen Seth Rogen, Evan Goldberg y compañía.

The Studio

‘The Studio’ nos muestra cómo la industria cinematográfica es, muchas veces, contradictoria, idiota y ridícula.

El último mohicano de Hollywood

Si The Studio funciona tan bien tras su visionado completo no es solo por los gags, los cameos o los homenajes de algunos episodios a ciertos géneros o técnicas cinematográficas concretas –como el tributo a Uno de los nuestros, a los planos-secuencia, a las comedias románticas o al neo-noir, entre otros– sino por ese amor fou al séptimo arte que une al elenco de personajes de la serie.

La serie parece decirnos que el personaje de Rogen en ‘The Studio’ es el último ejecutivo romántico que nos queda antes de que Amazon (o Apple) lo absorba todo

Y es que precisamente en el acto de compartir esa locura está el fondo del mensaje que nos quiere transmitir la serie. Una locura compartida por un grupo de personas–de nuevo, aquel espíritu grupal de El Séquito– que pese a las puñaladas, pisotones y envidias varías sacan lo mejor de su ser para mantener la locura viva.

Ahí está, pues, el otro acierto de la serie, rodear a su protagonista de divertidos secundarios que se compenetran a la perfección con Rogen. Un núcleo duro formado por la mano derecha de Matt, interpretado por Ike Barinholtz (The Afterparty), la productora senior que interpreta la antes mencionada Catherine O’Hara, la asistente-convertida en ejecutiva Chase Sui Wonders (Generation) o la siempre estupenda Kathryn Hahn, cuyo personaje, jefa de marketing, consigue ser hilarante solamente con sus atuendos.

'The Studio

‘The Studio’ se estrena el 26 de marzo en Apple TV+.

En definitiva, la diversión está asegurada con The Studio pero en especial, lo que nos deja la nueva serie de Seth Rogen es la constatación que cierta idea crepuscular del cine está muy presente en la conciencia actual de quienes han vivido media vida admirando a esta industria contradictoria, a veces idiota y ridícula, pero eternamente atractiva que se está desvaneciendo ante nuestros ojos. Y es que la serie parece decirnos que el personaje de Rogen en The Studio es el último ejecutivo romántico que nos queda antes de que Amazon (o Apple) lo absorba todo.

en .

Ver más en Industria.

This site is registered on wpml.org as a development site. Switch to a production site key to remove this banner.