‘Sala Polivalent’: Clase magistral para la vida en comunidad

Por Xavier Arnaiz

Fotograma de 'Sala Polivalent'.

Los centros cívicos son un mar de posibilidades. ¿Que queremos aprender a bailar claqué a la manera de Fred Astaire? Seguro que hay una clase a nuestra medida. ¿Que nos ha dado por pintar paisajes en acuarela para combatir el estrés y dejar de pensar en ese compañero de trabajo que nos cae fatal? El centro cívico es nuestro amigo. ¿Que resulta que ahora nos creemos los más graciosos de la pandilla? Aquí tenemos un bonito taller de stand-up de 19h a 20h los martes y los jueves por un precio asequible.

Bajo esa premisa, la compañía teatral catalana La Calòrica, responsable de éxitos como Fairfly, Las aves, Feísima enfermedad y muy triste muerte de la Reina Isabel I o el reciente Le congrès ne marche pas, ha creado su primera serie de televisión, Sala Polivalent, disponible en su totalidad en la plataforma 3Cat de Televisió de Catalunya. Una antología de seis capítulos de unos veinte minutos cada uno en la que en cada entrega se plantea un relato independiente en un único escenario: la sala principal y multidisciplinar de uno de esos centros cívicos.

Los cinco intérpretes de la compañía se ponen en la piel de una treintena personajes en una comedia excelente -probablemente, la mejor serie de 3Cat en muchos años- sobre nuestras relaciones con los demás

Dirigida y creada por Israel Solà, director de las obras de la compañía, y el dramaturgo Joan Yago, que ya había experimentado con la ficción televisiva en Mai neva a Ciutat, de IB3, la serie se aleja conscientemente del lenguaje escénico pero sin renunciar a una teatralidad inherente en este tipo de formato. Con eso consiguen, por un lado, bombardear y moldear a su antojo los códigos habituales de las sitcoms clásicas, que siempre han partido de lo teatral a través de un par o tres de escenarios principales; y, por el otro, jugar con esos elementos más propios de la dramaturgia (actores interpretando diferentes personajes, o un mecanismo que no siempre ofrece al espectador aquello que ve literalmente) que no suelen ser tan frecuentes en la ficción audiovisual.

Así, Sala Polivalent propone un microcosmos en el que los cinco intérpretes de la compañía (Xavi Francès, Aitor Galisteo-Rocher, Marc Rius, Esther López y Júlia Truyol), junto con otras actrices y actores invitados, se ponen en la piel de una treintena de personajes en una comedia excelente -probablemente, la mejor serie de 3Cat en muchos años- sobre nuestras relaciones con los demás.

La Calòrica se pasa a la ficción televisiva con ‘Sala Polivalent’.

En el magnífico cómic Clase de actuación, del estadounidense Nick Drnaso, hay un instante en el que el profesor de ese singular taller que centra todo el relato pregunta a sus alumnos si se han apuntado a la clase porque se consideran inadaptados sociales. Y algo de eso hay también en Sala Polivalent, en la que sus personajes buscan el vínculo con el otro, o todo lo contrario, quieren huir de la sociedad para en realidad darse cuenta de que no pueden estar solos, o bien encontrar en ese espacio neutro aquello que no tienen en el exterior.

Así, en la serie nos encontramos con una mujer que se apunta a un curso de supervivencia que acaba en toda una exhibición casi gore porque pretende huir a la montaña para cuidar de su futuro hijo lejos del mundanal ruido, o con un par de nostálgicos que montan un evento alrededor de un programa televisivo de su infancia para compartir esos “recuerdos felices” del pasado, o con una pareja que busca inconscientemente en un taller de cerámica un modo de seguir unidos y mantener a flote una relación a la deriva.

Uno de los muchos puntos fuertes de la serie es la rotura total de expectativas

La Calòrica se acerca a estas situaciones desde una comicidad que a veces se aplica a un discurso de tipo social (esa clase de voguing en la que se desata un estallido de homofobia) o que en otros momentos opta por un humor más absurdo e incluso incómodo (esa ludoteca para niños y familias en la que uno de los actores interpreta literalmente a un bebé, y en que se satirizan las nuevas formas de crianza desde un relato con final antológico e inesperado).

Y es que uno de los muchos puntos fuertes de la serie es el que tiene que ver con la rotura total de expectativas: cuando un relato parece que va encaminado hacia la moraleja tópica y el discurso fácil, da la vuelta y sorprende con un cambio de tono que arremete contra todo lo anterior. Así, un “no queremos estar en un grupo de Whatsapp contigo” puede devenir en un estruendo de violencia física, y una reflexión erudita sobre la contracultura velada en ciertas ficciones televisivas del pasado puede llevar a un sarcasmo desinhibido hacia esas proclamas rancias sobre el “ahora todo es woke” y “los creadores ya no tienen la libertad de antes por culpa del feminismo y la inclusión forzada”.

En ‘Sala Polivalent’ los cinco intérpretes de la compañía se ponen en la piel de diferentes personajes.

En ese sentido, hay en Sala Polivalent un buen manejo de los tempos de la ficción seriada a través de un tipo de comedia que sabe ir a por todas y que no duda en alterar ese tono si es necesario. En el mejor episodio de la serie, el cuarto (Iniciació a la ceràmica), la excusa algo manida del plano secuencia sirve para tejer la crónica de la desintegración de una pareja de forma hilarante y a la vez hiriente, hacia una resolución consecuente y en realidad optimista.

El final pone de nuevo en relieve los grandes temas de ‘Sala Polivalent’: la otredad y la vida en comunidad

Es un capítulo en el que están muchos de los diálogos más graciosos de la temporada (ese monitor de esplai que justifica su conformismo vital y su supuesta ambición laboral diciendo que una vez organizó un ciclo de cine al aire libre), pero que es un buen ejemplo de ese juego con un humor que también deja un poso amargo: en ese desternillante debate grupal se habla, por ejemplo, de la influencia de la precariedad laboral en nuestras relaciones personales, de la represión del verdadero deseo o de la frustración de seguir el supuesto camino marcado sin recibir ninguna recompensa a cambio.

‘Sala Polivalent’ está disponible al completo en 3Cat.

Otro buen ejemplo de la pericia narrativa de la serie está en el último capítulo, Nit d’estrena, en el que confluyen muchos de los personajes vistos en episodios anteriores con la excusa de la asistencia a una descacharrante versión de teatro musical de la película Jurassic Park.

Un final estupendo que, por un lado, sirve como culminación de una serie de relatos que, en realidad, nunca habían sido una simple sucesión de capítulos cortos; y, por el otro, que hace bien en dar protagonismo a dos actrices (excelentes Roser Batalla y Francesca Piñón) fuera de la órbita de la compañía, a través de una historia sobre la gestión del duelo que pone de nuevo en relieve los grandes temas de Sala Polivalent: la otredad y la vida en comunidad.

Y es que, como dice la protagonista del primer relato, “la gente es insoportable, pero al final es lo que tenemos”. ¡Larga vida a La Calòrica (también en televisión)!