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Sumergirse en Luz de Luna supone aceptar el desafío de adaptarse a un cuerpo heterogéneo, que se transforma de temporada en temporada. La producción contiene propuestas muy variadas que, sin embargo, se suceden con una notable fluidez.
La serie, aparentemente centrada en la investigación de diversos casos criminales, revela ya en el episodio piloto su deseo de desarrollarse a la manera de las screwball comedies de los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Esta voluntad se manifiesta en la tempestuosa relación de los dos protagonistas: Madelyn “Maddie» Hayes (Cybill Shepherd) —una exmodelo que, tras ser estafada por sus contables, recurre a la agencia de detectives que tiene en propiedad como último recurso para evitar la ruina— y David Addison (Bruce Willis) —el carismático y despreocupado detective que dirige la agencia en ausencia de Maddie—.
‘Luz de Luna’ encuentra en sus imágenes el germen de ciertas propuestas contemporáneas dedicadas a erosionar las fronteras entre géneros, en favor de un ejercicio de libertad creativa
La constante tensión entre ambos personajes, marcada por un incesante juego de diálogos y una atracción latente, introduce la esencia del género screwball en una serie de investigación. La fusión de géneros resultante es enriquecida, a su vez, con elementos de comedia slapstick, musical, animación, recreación histórica y drama carcelario, entre otros. Tal apuesta constituye una de las mayores fortalezas de la serie, complaciendo a múltiples estratos del público y asegurando un visionado sorprendente.
Asimismo, esta característica ostenta la capacidad de asombrar al espectador de hoy en día, que encuentra en sus imágenes el germen de ciertas propuestas contemporáneas dedicadas a erosionar las fronteras entre géneros, en favor de un ejercicio de libertad creativa.

David Addison (Bruce Willis) y Madelyn “Maddie» Hayes (Cybill Shepherd) en apuros.
“Esta noche la televisión dará un gran salto… hacia atrás”
Si bien, la habilidad de Luz de Luna para capturar el espíritu de su tiempo la convirtió en un hito de los años ochenta, su audacia al incorporar rasgos heredados de la historia del cine le confiere una cualidad atemporal.
La serie toma como principal referencia las screwball comedies, de las que hereda el ritmo vertiginoso y el ingenio de sus diálogos
La serie explicita su filiación a la tradición del cine clásico, dedicando algunos episodios a rendir homenaje a sus formas. En este sentido, destacan el cuarto episodio de la segunda temporada y el decimotercero de la quinta. Respecto el primero, Orson Wells advierte a los espectadores de que su pantalla virará al monocromo, introduciendo un capítulo construido a partir de ciertos códigos del cine clásico, como el uso del motivo del sueño para abrir lineas narrativas en el interior de la diégesis. En el segundo, la pareja de personajes secundarios —formada por Agnes Dipesto (Allyce Beasley) y Herbert Viola (Curtis Armstrong)— versiona Casablanca (Michael Curtiz, 1942) e ironiza alrededor de sus recursos, introduciendo unas modernas pinceladas de autoconsciencia en sus icónicas imágenes.
Más allá de estos puntuales ejercicios de estilo, la serie toma como principal referencia las screwball comedies, de las que hereda el ritmo vertiginoso y el ingenio de sus diálogos, marcados por réplicas superpuestas y dobles sentidos. No obstante, además de adoptar la naturaleza eminentemente verbal del género, la serie también asimila su dimensión corporal. Los filmes de la época sorteaban la censura del Código Hays sugiriendo la intimidad de sus protagonistas a través de innumerables medios. Entre ellos, destaca el uso de gags visuales que abolían la distancia física entre personajes aludiendo a un encuentro sexual que no podía materializarse en pantalla. Luz de Luna, pese a contener varias escenas de carácter íntimo, emplea este recurso para aumentar la tensión entre sus dos protagonistas. Además, refuerza su carga cómica a través de los comentarios de David, que coronan los gags con referencias explícitas.

‘Luz de Luna’ se convirtió en un hito en los años 80.
“Estamos en guerra, chicos contra chicas”
Siguiendo el legado de las screwball comedies, la serie satiriza la guerra de sexos. Los diálogos entre sus protagonistas, que nunca logran ponerse de acuerdo, ejemplifican claramente este enfrentamiento: ante un asesinato, ambos aseguran que el culpable es el sospechoso del sexo opuesto.
Varias escenas reflejan esta dinámica, como la destacada batalla entre hombres y mujeres de la agencia, desarrollada en el quinto episodio de la última temporada. En ella, los primeros se agrupan para apoyar a David, mientras que las segundas hacen lo propio con Maddie. La imagen de una cafetera dividida en dos, mediante unos carteles que separan la zona de “chicos” de la de “chicas”, ilustra a la perfección el tratamiento humorístico de la serie sobre el conflicto entre géneros.
Ya en los años ochenta, ‘Luz de Luna’ abordó temas que todavía son de rabiosa actualidad y los introdujo en el relato con una naturalidad ejemplar
Precisamente, una de las virtudes de la producción descansa en su capacidad para reflexionar sobre este tema desde la ligereza de la comedia. Gran parte de los casos investigados por los detectives contienen algún tipo de violencia entre hombres y mujeres. De forma recurrente, Maddie y David discuten sobre ellos, fomentando el debate al otro lado de la pantalla. Ya en los años ochenta, Luz de Luna abordó temas que todavía son de rabiosa actualidad y, bajo la influencia de las screwball comedies, los introdujo en el relato con una naturalidad ejemplar, de la que debieran tomar nota numerosas producciones contemporáneas.

Guerra de sexos entre David y Maddie.
“No podemos resolver su caso porque nos han cancelado”
Resulta especialmente significativo que Luz de Luna tome como referencia un género nacido bajo el influjo del Código Hays, debido a que la censura también afectó a la producción de la serie. Si a partir de 1934 los realizadores sortearon sus limitaciones construyendo una gramática cinematográfica que sugería lo no visible, en 1986 la serie empleó la metaficción para señalar los obstáculos impuestos por la ABC.
La serie ejerce una hibridación que la aproxima a ciertas obras contemporáneas dedicadas a difuminar la frontera entre ficción y realidad, demostrando con ello su capacidad para resistir al paso del tiempo
Con ello, resignificó las rupturas de la ilusión narrativa que había empezado a explorar en la segunda temporada, cargándolas de espíritu crítico. De esta forma, durante el tramo final de la serie, los personajes rompieron la cuarta pared para comunicar al espectador su descontento. A modo de ejemplo, en el primer episodio de la quinta temporada, Agnes Dipesto, arrebatada por la consciencia de pertenecer a una ficción televisiva, responde una llamada telefónica afirmando: «No podemos resolver su caso porque nos han cancelado. Dejamos de emitir al final de la temporada pasada porque la dirección todo lo rechazaba.”
Más adelante, en el noveno episodio, David hace alusión a las restricciones impuestas por la cadena: «Puedo hacer un comentario indecente, pero no quiero hacerlo en televisión. No a las insinuaciones.” A través de estos comentarios, la serie introduce las condiciones de su producción en la diégesis, enriqueciéndola con matices que rebasan el territorio de la ficción. En consecuencia, Luz de Luna ejerce una hibridación que la aproxima a ciertas obras contemporáneas dedicadas a difuminar la frontera entre ficción y realidad, demostrando con ello su capacidad para resistir al paso del tiempo.

‘Luz de Luna’ está disponible al completo en Filmin.