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Cartel promocional de 'Impostura' (Prime Video).
De American Pie a la referencial Desmadre a la americana, pasando por Van Wilder: Animal Party, Porky’s y series como Blue Mountain State, toda generación ha tenido su buena dosis de comedia juvenil norteamericana; un subgénero en sí mismo que a lo largo de los años ha establecido sus propias reglas: fiestas, sexo, chistes soeces o ese macguffin omnipresente representado por el deseo (masculino) de la pérdida de la virginidad. Con todo este material de partida, Benito Skinner, que se dio a conocer en Internet con su cuenta Benny Drama, en la que imitaba a celebrities como Kris Jenner o Billie Eilish, ha creado una serie que se sirve de todos los estereotipos de un género que siempre ha puesto al hombre heterosexual en el centro para replantearlo desde la óptica homosexual.
Una serie sobre las apariencias, el abandono y el deseo de pertenecer; no solo en el caso de los protagonistas, sino de un caleidoscopio de personajes que se comportan como se supone que se tienen que comportar
En Impostura (o su título original Overcompensating) tenemos también fiestas, sexo, chistes soeces y todo tipo de componentes relacionados con las comedias universitarias habituales, pero, en este caso, el protagonista (al que interpreta el propio Skinner) es un chico gay en el amario que niega su sexualidad y que empieza en la universidad después de varios años de popularidad en el instituto a base de no asumir su identidad. En esta nueva realidad, donde también está su arisca hermana (Mary Beth Barone, también guionista de la serie) y el novio de ésta (Adam DiMarco, visto en la segunda temporada de The White Lotus), empezará una incipiente amistad con una chica (Wally Baram) que arrastra un duelo familiar reciente y que siente que no encaja en el mundo que la rodea.

Benito Skinner y Wally Baram son Benny y Carmen en ‘Impostura’.
De ahí surge el elemento central de un relato -el de la clásica alianza entre un hombre gay y una mujer heterosexual, que hemos visto ya retratado en series pioneras como Will y Grace o en las excelentes Difficult People o The Other Two– que parte desde los orígenes mismos y permite entender a los personajes desde sus respectivas imposturas. Y es que en el fondo esta es una serie sobre las apariencias, el abandono y el deseo de pertenecer; no solo en el caso de los protagonistas, Benny y Carmen (uno entestado en demostrar en todo momento que es el más machote del lugar y la otra rehuyendo el trauma por la desafección que sus padres sienten hacia ella), sino de un caleidoscopio de personajes que se comportan como se supone que se tienen que comportar en función de su estereotipo social.
‘Impostura’ juega con la distorsión y la exageración en un contexto que pone el relato gay en el foco
Sin embargo, lejos de la psicologización banal, la serie hace bien en plantear una caricatura de todos esos tópicos desde una mirada queer. Así, el personaje de DiMarco tiene todos los tics de un bro con aspiraciones a macho alfa en un contexto de heterosexualidad masculina donde no faltan los desodorantes AXE y las camisetas Abercrombie; y los grupos de chicas heterobásicas con las que tiene que lidiar Carmen (con excepción de su fiestera compañera de cuarto) harían temblar a la mismísima Regina George de Chicas malas. Un grupillo en el que, por cierto, destaca una genial Kaia Gerber (hija de Cindy Crawford; es decir, nepobaby premium), que se resarce de su fallida interpretación en la también fallida Palm Royale.
Impostura juega así con la distorsión y la exageración en un contexto que pone el relato gay en el foco, a través de una trama de flirteo velado entre el protagonista y un compañero de clase supuestamente heterosexual (Rish Shah) que haría las delicias de un cineasta como Marco Berger. A partir de ese hilo conductor, Benito Skinner plantea un microcosmos en que la heterosexualidad se impregna constantemente de homoerotismo (ahí están esas pruebas de fraternidad para buscar al nuevo alfa del grupo que suelen implicar un despelote general) y en donde las referencias pop ligadas a la cultura queer definen a menudo a los personajes (desde RuPaul’s Drag Race a Glee, pasando por Nicky Minaj o el descubrimiento sexual del protagonista de niño viendo a Brendan Fraser en taparrabos en George de la jungla).

Benito Skinner es el creador y protagonista en ‘Impostura’.
Así, cada capítulo de Impostura lleva el título de una canción que acaba sonando en la serie (Lucky, de Britney Spears; The Edge of Glory, de Lady Gaga; Welcome to the Black Parade, de My Chemical Romance, etc.), reservando un lugar en el cuarto episodio a la aparición de la cantante Charli XCX, amiga de Skinner (trabajaron juntos en el videoclip de New Shapes con Caroline Polachek y Christine and the Queens) y productora ejecutiva de la serie junto a nombres como los de Jonah Hill o la omnipresente A24.
Una celebración pop que va incluso más allá de la referencia y se divierte incorporando en su reparto a James Van Der Beek -el mítico Dawson de la serie Dawson crece– como asesor financiero adicto a la cocaína, o a Megan Fox como sueño erótico de todo hombre heterosexual, salida directamente desde un póster en la habitación del protagonista (por Jennifer’s Body, claro, su película favorita).
Con sus pros y sus contras, la serie alza el vuelo como comedia orgullosa de sí misma y, a la vez, como reflexión sobre el yo, el encaje social o la presión de grupo en un relato que, en realidad, acaba siendo intergeneracional
Todas estas referencias acaban encajando en un todo planteado desde cierta atemporalidad en la que podemos intuir más o menos las fechas de la narración (¿se supone que estamos a principios/mediados de los 2010?) y que a su vez incorpora algunos anacronismos con los que la serie juega a su favor. Dentro de este limbo narrativo, en realidad poco importa, como de alguna manera tampoco acaba importando que los actores ronden o pasen de los treinta e interpreten roles de adolescentes. Casi una vieja tradición del género, de hecho.
Lo que sí que chirría más en el conjunto es que, en una ficción que apuesta decididamente por lo gay, la diversidad brille por su ausencia (solo vemos cuerpos normativos y depilados que insisten en ciertos estereotipos más allá de la parodia), aunque sí acierta en mostrar una sexualidad desprejuiciada, y con running gags tan consecuentes como el de ese compañero de cuarto perpetuamente desnudo (¡y sin pene prostético!).

‘Impostura’ está disponible al completo en Prime Video.
Con sus pros y sus contras -en ocasiones se queda un poco en la superficie en sus escenas más emotivas o no acaba de ir más allá en algunas situaciones más humorísticas-, la serie alza el vuelo como comedia orgullosa de sí misma y, a la vez, como reflexión sobre el yo, el encaje social o la presión de grupo en un relato que, en realidad, acaba siendo intergeneracional. Y es que en uno de sus mejores episodios (el penúltimo, en el que conocemos más a fondo a los padres del protagonista, interpretados por Kyle MacLachlan y Connie Britton) vemos que esa impostura se arrastra hasta la madurez.
Desde lo personal, Benito Skinner consigue crear una serie con voz propia en la que también destaca Desiree Akhavan como directora de cuatro de los ocho capítulos, una cineasta experimentada en la autoficción (Appropriate Behavior o la reivindicable serie The Bisexual) que, cameo incluído, complementa a la perfección la visión de su creador. “La vida no es solo hacer lo que uno quiere”, le dice el exigente padre a su hijo en un momento de la serie. Pero Skinner se agarra a esa frase y la contradice, convirtiendo finalmente Impostura en una serie sobre la (auto)represión y su largo camino hacia la liberación.