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Crítica de la serie

‘El camino estrecho’: en el corazón de las tinieblas


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'El camino estrecho' es una poderosa y ambiciosa adaptación de la novela de Richard Flanagan que, a través de una narrativa fragmentada en tres tiempos y una puesta en escena de gran carga simbólica, explora con crudeza la huella de la guerra, la fragilidad del amor imposible y el peso insoportable de la memoria, en una miniserie de cinco episodios tan exigente como visualmente hipnótica.

Fotograma de 'El camino estrecho'.

El camino estrecho (2025), la adaptación de la novela de Richard Flanagan que firman el guionista Shaun Grant (El síndrome de Berlín, Mindhunter) y el cineasta Justin Kurzel (The Order, Macbeth), parece la historia de un cirujano contada por un arquitecto. Si la preferencia por las disposiciones triangulares marca el desarrollo del relato – tres tiempos, tres espacios y un par de triángulos amorosos – la planificación de Kurzel, principalmente en el segmento situado en 1989, insiste en encerrar a Dorrigo Evans (Ciarán Hinds), filmando los edificios como prisiones, símbolo de alguien que se quedó atrapado entre un bosque tailandés convertido en campamento de trabajo y el amor abortado por las circunstancias que sentía por Amy (Odessa Young), la esposa de su tío Keith (Simon Baker).

Las tres líneas temporales en las que se bifurca la narración se dividen en dos bloques. Uno nos sitúa a finales de la década de los 80, con Evans convertido en un exitoso cirujano que, no obstante, debe afrontar una investigación por presunta negligencia médica, al tiempo que le es infiel a su mujer Elle (Heather Mitchell) con la esposa del médico con el que comparte quirófano.

La potencia de sus imágenes y la reflexión sobre los mecanismos y la importancia de la memoria hacen que la serie si sitúe por encima de la media de la mayoría de lanzamientos que inundan nuestras pantallas

El segundo bloque narrativo se despliega entre 1941 y 1946 y se subdivide, a su vez, en dos vectores dramáticos. En ellos, el Dorrigo Evans encarnado aquí por Jacob Elordi, afronta su cautiverio en un campo de prisioneros del ejército japonés situado en plena selva tailandesa, lugar al que ha sido enviado tras ser capturado y en el que ejercerá como médico de un batallón de hombres cuya misión consiste en construir una línea ferroviaria que conectará Tailandia con Birmania.

El camino estrecho

Ciarán Hinds es Dorrigo Evans en ‘El camino estrecho’.

El otro aparte narrativo nos desplaza a los momentos previos a la incorporación de Dorrigo al ejército como oficial médico, y se centra en el tórrido enamoramiento que el joven siente por la mujer de su tío en la que es, de largo, la trama más convencional del conjunto – y la menos elaborada- por más que Odessa Young ponga todo de su parte para que la cosa resulte; el rostro de Elordi no consigue, sin embargo, transmitir ese fuego interior que la dramaturgia sugiere. Es cierto que es un tipo bañado en frialdad, pero se supone que en ese punto del relato es donde su corazón se endurece; es decir, estamos en el momento en el que sus afectos todavía no necesitan ocultarse detrás de una máscara.

Pa retratar el campo de prisioneros […] Kurzel se mueve entre la épica sombría de ‘Apocalypse Now’ y las postales de impacto de la etapa más premiada del siempre relamido Roland Joffé

Pese que al tríptico compuesto por Grant y Kurzel, que vienen trabajando juntos desde el inicio de sus carreras (Los asesinos de Snowtown) y con relativa frecuencia (La verdadera historia de la banda Kelly, Nitram), se nos aparece como una propuesta descompensada en la que el interés por cuanto sucede en la jungla asiática se demuestra mayor que el que los creadores depositan en el romance entre tía y sobrino, la potencia de sus imágenes y la reflexión sobre los mecanismos y la importancia de la memoria hacen que El camino estrecho, estrenada el pasado 28 de mayo por Movistar Plus+, si sitúe por encima de la media de la mayoría de lanzamientos que inundan nuestras pantallas como aludes de contenido.

El camino estrecho

‘El camino estrecho’ está disponible en Movistar Plus+.

Para retratar el campo de prisioneros, y aunque una parte de la historia remita claramente a la de El puente sobre el río Kwai (David Lean, 1957), Kurzel se mueve entre la épica sombría de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979) y las postales de impacto de la etapa más premiada del siempre relamido Roland Joffé (La misión, La ciudad de la alegría). En cualquier caso, el trabajo con las grandes escalas, el tratamiento del cuerpo humano transformado en una crisálida de piel y huesos debido a los trabajos forzados y esa iluminación sucia que parece conferirle al barro y la humedad una consistencia física capaz de traspasar la pantalla – es una serie que deberían ver en la pantalla más grande que tenga-, hacen de El camino estrecho una colección de pinturas negras, un retablo de vejaciones, padecimiento y muerte, difícil de olvidar.

Una serie dura y filmada con rigor; emocionante, muchas veces en el sentido truculento del término, hasta el punto de hacerte creer que te han electrificado el sillón de casa     

De hecho, en el segmento situado en 1989, el consagrado Dorrigo Evans presentará sus memorias, ilustradas con los dibujos de uno de sus compañeros de reclusión, quizá la única posibilidad que tiene de escapar a un presente falsamente exitoso que esconde un vacío profundo. En ese sentido, y no solo porque el protagonista esté encarnado por dos actores distintos, El camino estrecho conecta con ese otro tratado sobre el funcionamiento de la memoria que es Oh, Canada! (Paul Schrader, 2024) especialmente en el epílogo de esta miniserie de cinco episodios, cuando el viejo Dorrigo ‘aparece’ en aquella selva de la que su mente jamás logró huir.

El camino estrecho

Jacob Elordi en ‘El camino estrecho’.

También en esa parte final, y sin ánimo de revelar ninguna información sensible, Kurzel acierta a plasmar el destino escogido por su protagonista. En una atestada estación de tren, el joven Dorrigo caminará entre un río de gente que marcha en dirección opuesta a la suya, señal de alguien que se mueve a la contra de todo el mundo. En un momento determinado, y tras ver o creer ver a Amy, Dorrigo contempla la posibilidad de integrarse en el flujo de la normalidad, pero finalmente seguirá su propio camino, un camino que lo aparta de las convenciones, pero también del amor, el camino de un alma torturada e instalada para siempre en las estrecheces de la permanente la insatisfacción. Una serie dura y filmada con rigor; emocionante, muchas veces en el sentido truculento del término, hasta el punto de hacerte creer que te han electrificado el sillón de casa.

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