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Imagen promocional de 'Dept. Q'
Una de las propiedades más exitosas del llamado nordic noir, tanto en su vertiente literaria como televisiva, es ‘Los casos del departamento Q’, las peripecias de varios detectives que son enviados a investigar casos que llevan sin resolverse durante años (los llamados en inglés “casos fríos”) porque bien tienen un carácter insoportable, bien son inmigrantes con experiencia policial, pero sin el reconocimiento legal en su nuevo país, o bien han sufrido algún tipo de crisis psicológica que los aparta del trabajo habitual de sus compañeros. Dept. Q
En Dinamarca se han producido, hasta el momento, seis películas de esta saga, basada en los libros de Jussi Adler-Olsen, que han llegado a España de diferentes maneras (a veces, en salas de cine y, en otras ocasiones, a través de Calle 13 y Filmin), por lo que no es una propiedad totalmente desconocida para el público objetivo que se acerque a la nueva versión que propone Netflix, titulada simplemente Dept. Q Esta vez, transcurre en Edimburgo pero respeta las líneas maestras de la primera novela de Adler-Olsen, desde el caso a investigar (la desaparición de una prometedora fiscal) hasta las circunstancias que rodean a los policías. Lo que sí busca es su propia personalidad potenciando ciertos detalles un poco más excéntricos de algunos de sus personajes.

Matthew Goode es Morck en ‘Dept. Q’.
Los policías traumatizados de ‘Dept. Q’
Detrás de la serie, de nueve episodios, está uno de los “niños mimados” de la plataforma, Scott Frank, que le dio uno de sus éxitos más imprevistos de los últimos años con Gambito de dama y que luego ha ido tocando otros palos, como el western más o menos revisionista de Godless o la recuperación crepuscular de Sam Spade, en colaboración con Tom Fontana y para AMC, que es Monsieur Spade (que en España puede verse en Filmin). El género negro sigue siendo su terreno de juego en Dept. Q, creada al alimón con Chandni Lakhani, que mantiene en pantalla algunos de los rasgos más definitorios de los best-sellers criminales, como tener un caso que, tal vez, da alguna que otra vuelta de más y dotar a sus personajes de pasados con asuntos aún pendientes.
En el caso de Carl Morck, el protagonista principal, ese pasado implicada un tiroteo en una casa en el que muere un agente de uniforme, su compañero queda paralítico y él se libra de la muerte por los pelos, porque la bala le atraviesa el cuello sin dañar ningún órgano. Sin embargo, el incidente le lleva a estar varios meses de baja y provoca que su carácter, ya arrogante e irritante de antes, se vuelva todavía más insoportable y maleducado.
Morck tiene que cumplir obligatoriamente con varias visitas a una psicóloga y, además, el hijo adolescente de su ex vive con él, causando todavía más problemas. La solución de su jefa en la policía para que no se entrometa en la investigación de su tiroteo y deje tranquilo al resto del departamento es enviarlo al sótano, a dirigir la recién creada división de casos sin resolver, que es ese departamento Q que da título a la serie. Dept. Q
Su narración en dos tiempos tiene sentido y preserva alguna que otra sorpresa para el espectador
Con él trabajarán Akram, refugiado sirio destinado a informática pero que en su país realizaba algún tipo de trabajo policial que nunca especifica, y Rose, una joven detective atascada en labores de oficina tras haber sufrido algún tipo de crisis nerviosa. Entre los tres deben averiguar qué pasó con Merrit Lingard, fiscal desaparecida cuatro años atrás, tras el mediático caso de un empresario acusado de haber asesinado a su mujer de una manera muy parecida a la de la docuserie The staircase. Dept. Q

Alexej Manvelov es Akram en ‘Dept. Q’.
Una serie entre el pasado y el presente
Desde la primera escena, los hechos y traumas del pasado serán muy importantes en el presente de los protagonistas, y los episodios van entrelazando líneas temporales de tal manera, que todas parecen transcurrir a la vez porque, para esos personajes, ocurre así. Sus errores de años atrás siguen estando tan presentes como entonces e informan su manera actual de comportarse, así que esa narración en dos tiempos tiene sentido, además de preservar alguna que otra sorpresa para el espectador.
Frank dirige los nueve capítulos y es muy consciente de que Dept. Q tiene el potencial de continuar con nuevas temporadas que cuenten otros casos, y por eso se presenta de una manera muy distintiva a otros policías en el departamento, como los dos detectives que investigan el tiroteo en el que fueron heridos Morck y su compañero, Hardy, que parecen sacados de un festival de mods aficionados a la película Quadrophenia y la música de Madness. Hay un evidente esfuerzo por explorar las relaciones entre todos los policías y, sobre todo, entre Morck, Akram, Rose y Hardy, que son sobre quienes descansa la responsabilidad de enganchar al espectador. Dept. Q
Donde la ficción ha de trabajar más duramente es en conseguir que su protagonista no se quede en un remedo policial del doctor House
Porque el misterio, como hemos apuntado antes, es el típico de estas historias, con cierto lado turbio y suficientes ramificaciones como para que los protagonistas no se den cuenta de lo que está pasando de verdad hasta el final. Lo que sí hace la serie es mostrar a la audiencia más cosas de las que saben sus investigadores, de tal manera que se tiene una panorámica completa de la historia y, aunque no lo parezca, sí genera cierta curiosidad por comprobar si Morck y compañía conseguirán atar todos los cabos.

‘Dept. Q’ está disponible en Netflix.
El reparto de ‘Dept. Q’
Donde la ficción ha de trabajar más duramente es en conseguir que su protagonista no se quede en un remedo policial del doctor House. Esa figura del genio malhumorado, a quien los demás apenas soportan solo porque consigue resultados a los que nadie más se acerca, se ha convertido en un cliché del que se ha abusado enormemente en la ficción de las últimas décadas, por lo que Carl Morck parte con desventaja ante el público.
La buena noticia es que su intérprete, Matthew Goode, aporta de manera natural un aire menos agresivo y vamos comprendiendo por qué es de esa manera, lo que va más allá de que le dispararan en el cuello. Es una de las caras más conocidas del reparto junto con Kelly MacDonald, que da vida a su psicóloga, y Kate Dickie, que fue Lysa Tully, señora del Valle y residente en el Nido de Águilas en Juego de tronos.
Es una serie del gusto de los aficionados por las historias de misterio y los best-sellers criminales más comerciales
El núcleo principal de personajes en la policía construye esas relaciones y dinámicas que han de llevar Dept. Q más allá de esta primera temporada, mientras entre los villanos hay cierta tendencia al exceso y el histrionismo que potencia esa sensación de que el caso principal es tan retorcido, solo para justificar que Morck y los demás tarden más en resolverlo. No obstante, es una serie del gusto de los aficionados por las historias de misterio y los best-sellers criminales más comerciales.

Leah Byrne es Rose en ‘Dept. Q’.