‘Separación’ genera aún más preguntas en su segunda temporada

Por Marina Such

Adam Scott es Mark Scout, protagonista de 'Separación'.

Han pasado más de dos años, una huelga de actores y otra de guionistas y un parón en el rodaje forzado por las tensiones creativas entre Dan Erickson y Ben Stiller, creador y director principal de la serie, hasta que la segunda temporada de Separación arranque definitivamente en Apple TV+. Su historia de los empleados que no recuerdan nada de lo que han hecho en la oficina cuando vuelven a casa, y viceversa, se convirtió en una de las revelaciones de 2022, nominaciones a los Emmy incluidas, gracias a la atmósfera de thriller conspiranoico setentero que impregnaba sus imágenes y a las cosas ciertamente bizarras que ocurrían en Lumon, la gran corporación que tiene a estos trabajadores “separados” para que se dediquen a proyectos que desconocen.

Las razones por las que alguien querría someterse a ese procedimiento, consistente en implantar un chip en el cerebro, son de lo más variado, pero muchas veces están relacionadas con algún tipo de trauma, como el de Mark, que es incapaz de soportar el dolor causado por la pérdida de su mujer en un accidente de tráfico. Y lo que la “separación” genera es casi dos personas diferentes en el mismo cuerpo: el innie (o dentri), que es el empleado de Lumon, y el outie (o fueri), que es la personalidad fuera de la oficina. Al innie se le trata como si fuera un niño y, al mismo tiempo, los beneficios que Lumon les ofrece son una crítica, muy poco velada, de todas esas grandes empresas que atraen a nuevos trabajadores con sus promesas de oficinas con futbolines y cafeterías de especialidad.

«Los cuatro de refinamiento de macradatos» ante nuevos retos en Lumon.

Separación iba llevándote a su terreno, a las sensaciones creadas por ese pueblo anodino siempre nevado y ese edificio dominado por las líneas rectas y los espacios asépticos y racionales, hasta que introducía elementos discordantes como las famosas cabras y el intento de los innies de “ver” el mundo exterior a través de los ojos de sus outies. Ese intento, más un cliffhanger muy lostiano referente a Mark, cerraba su primera temporada y, entre el tiempo que ha pasado desde entonces y el nivel de dicho final, las expectativas de cara a la segunda son bastante altas, sobre todo para espectadores que se hayan acercado a la serie en estos dos años de hiato en los que siempre aparecía en la lista de las ficciones de Apple TV+ que ver si ya habías terminado Ted Lasso y The Morning Show.

Más preguntas que respuestas

La prensa ha podido ver seis de los ocho episodios que componen esta nueva entrega y es cierto que, si alguien espera respuestas inmediatas a todos los enigmas alrededor de Lumon y, sobre todo, a ese cliffhanger, se va a ver decepcionado. Separación no tiene intención de, repentinamente, acelerar su historia. La situación en la que se encuentran Mark, Irving, Helly y Dylan es muy delicada porque, durante un breve momento, amenazaron la propia supervivencia de Lumon y, además, la dualidad de Helly en el exterior como una de las gerifaltes de la empresa todavía añade nuevas complicaciones.

La compañía Lumon puede ser, quizá, el personaje más fascinante de toda la serie por esa amalgama entre lo religioso y la mística empresarial y porque continúa siendo el más hermético.

Los capítulos se van, en gran parte, en profundizar en la dinámica entre los cuatro y en las circunstancias vitales de cada uno, más allá de las de Mark. Y también van dando más pinceladas de qué hay detrás de Lumon, o lo que es lo mismo, muestran algo más de esa familia Eagan de la que se fomenta un culto muy cercano a una secta. Pero, ¿no es de esa manera como se ve (o veía) a muchas empresas tecnológicas de Silicon Valley? Kier Eagan, el fundador de Lumon, tiene trazas tanto de Joseph Smith, fundador de los mormones, como de Steve Jobs.

Tramell Tillman como Mr. Milchik cobra más importancia en la T2 de ‘Separación’.

La compañía puede ser, quizá, el personaje más fascinante de toda la serie por esa amalgama entre lo religioso y la mística empresarial y porque continúa siendo el más hermético. Se nos cuentan más cosas de Kier, por ejemplo, pero generan más preguntas en lugar de aclarar las que ya se habían planteado. Que, en parte, es la columna vertebral del misterio y del tono de la ficción. En el momento en el que sepamos que Lumon se dedica, por ejemplo, a fabricar clones, se perderá mucha de la gracia de la historia. Es ese misterio, esa impresión de que se dedica a todos los sectores posibles y está en todas partes lo que otorga a las desventuras de Mark y los demás un peso mayor porque se enfrentan a un antagonista todopoderoso.

A lo que se aproxima ‘Separación’ muy rápido es al dilema clásico de toda serie construida alrededor de un misterio central: ¿cuándo hay que empezar a resolver incógnitas, si es que hay que hacerlo?

Y hay que buscar otras maneras de plantarle cara porque las que habían desarrollado hasta ahora, claramente, no funcionan. Mark toma una decisión muy arriesgada a mitad de la entrega mientras de la contrapartida exterior de Helly, esa Helena Eagan llamada a heredar Lumon, vamos conociendo algo más. Es el personaje cuyas dos mitades sí que son más evidentemente personas diferentes. ¿Es alguna pista de que Helena, en el fondo, no quiere continuar el legado familiar?

Zach Cherry y John Turturro en ‘Separación’, cuya T2 ya está estrenada en Apple TV+.

A lo que se aproxima Separación muy rápido es al dilema clásico de toda serie construida alrededor de un misterio central: ¿cuándo hay que empezar a resolver incógnitas, si es que hay que hacerlo? Twin Peaks pretendía continuar más allá de la primera temporada sin desvelar al asesino de Laura Palmer (lo hizo a la mitad de la segunda y la audiencia perdió el interés) y Separación vive, en gran medida, de que el secretismo alrededor de las verdaderas intenciones de Lumon le confiere una atmósfera inquietante muy efectiva.

El contraste entre toda la tecnología anticuada de la oficina (ordenadores con pantallas con tubos catódicos, coches claramente ochenteros) y el puntero procedimiento médico de la separación, más las dudas sobre qué es ese proyecto que tan interesados están en que Mark finalice, funciona mientras continúe esa mística alrededor de la empresa. 

Además, ese misterio ayuda también en la caracterización de las vidas exteriores de sus empleados: grises, tristes, con pocos alicientes. Si la serie se centrara solo en ellas, sería un drama social más, pero es la incógnita de Lumon lo que le da su toque diferenciador. Y, sin embargo, es ver cómo evolucionan sus personajes donde está la justificación para seguir viendo la ficción porque el misterio, en algún momento, dejará de ser atrayente. Aunque si toda la historia de la compañía continúa siendo tan extraña como lo que se nos ha contado hasta ahora, hay pocas posibilidades de que eso ocurra.